martes, 8 de abril de 2014

Silencio

...Dio media vuelta, su oscura mirada se posó en el individuo.

De dos zancadas alcanzó al jóven, lo tomó por el cuello, lo levantó de su asiento y lo azotó ruidosamente contra el suelo. Llevó su mano al pesado bolsillo, apuntó a la indefensa víctima: “¡Bang!”.

Se acomodó el saco, la corbata y el desaliñado peinado. Miró a la perpleja audiencia y dijo:

-”...Como decía: no toleraré interrupción alguna en mi clase ¿alguna duda jóvenes?”

No hubieron más preguntas.