domingo, 19 de junio de 2011

Cuento (Aún sin título)

...Dio media vuelta, su fulminante mirada se posó en el individuo.

La cólera se manifestó en aquel impulso, casi con odio.

Rápidamente, en un instante dio dos pasos y estiró el brazo derecho tomándolo por el cuello de la camisa, soportando todo su peso lo levantó de su asiento y lo azotó contra el suelo con impresionante maestría. Mientas la víctima sorprendida, en la rapidez del acto no opuso resistencia y quedó quieto en el frío suelo.

El agresor, con movimiento diestro, en un instante llevó su mano al pesado bolsillo de su propio saco y en un segundo apuntó: Bang! uno, dos, tres disparos a escasa distancia del indefenso joven. Bang! Bang!

El eco se perdió en el silencio del gran salón. El último soplo del acribillado sujeto se desprendió y despidió al aire. Su mirada llena de asombro, de extrañeza y quizás de dolor se nubló, como si no comprendiera y no esperara una muerte tan inesperada.

Pasaron unos segundos que duraron décadas.

Suspiró, retiró el brazo lentamente, dejando de apuntar al cadáver. Guardó el arma con toda tranquilidad, se acomodó el saco, la corbata, el desaliñado peinado. Y mirando a la perpleja audiencia dijo:

-...Como decía: no toleraré interrupción alguna en mi clase, cuando esté hablando ni en ningún otro momento, ¿alguna duda jóvenes?

No hubo más preguntas.